Los arrendajos, conocidos en Asturias como glayos (Garrulus glandarius) son unos preciosos córvidos parientes de cuervos, cornejas y chovas. A pesar de ser muy frecuente en cualquier tipo de formación forestal, incluso los montes de eucaliptos, y fácil de detectar por ser ciertamente "escandalosos", y de ahí su epíteto asturiano, no es sencillo verlos porque rehuyen nuestra presencia nada más que nos detectan. Es ahora en invierno cuando tenemos más posibilidades de admirarnos con su colorido plumaje, ya que se acercan más a los pueblos y además los árboles caducifolios por los que se mueven no los esconden como el resto del año. Este es el caso de este ejemplar al que pude fotografiar cerca de Tineo.
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